las capas de la realidad

El escritor-detective Quinn acaba, en "The city of glass", evaporándose sin que Paul Auster el escritor y el narrador de la historia sepan qué ha sido de él.

Quinn es un escritor que perdió a su mujer y su hijo en un accidente y que, desde entonces, vive por completo aislado del mundo y se gana la vida escribiendo novelas de misterio bajo un pseudónimo.

De repente, una llamada anónima que le confunde con Paul Auster el investigador privado lo convierte en detective de un caso extrañísimo. Quinn acude al verdadero detective privado Paul Auster y descubre con sorpresa que la guía telefónica está equivocada: el verdadero Paul Auster es un escritor, éso sí famoso y con una mujer y un hijo de la edad que tendría el suyo de seguir vivo.

Es como si Quinn fuese el negativo de Paul Auster escritor. La misma confusión de roles. Mientras que Paul Auster el escritor se niega a participar en la confusión, Quinn -nuestro Auster en negativo- acepta. El caso lo transtorna. Demente, Quinn se aposta frente al apartamento de sus clientes hasta agotar todas sus reservas económicas y su vida misma.

Convertido en un vagabundo demente, Quinn trata de obtener algo más de dinero de Paul Auster, el escritor. Éste desvela a Quinn la resolución del caso en que estaba ocupado sin que Quinn fuese consciente de ello. Entonces, Quinn irrumpe en el apartamento de sus pretendidos clientes. Allí se queda, solo. Arroja todas sus ropas por la ventana. Realiza anotaciones delirantes en su cuaderno y ésto es lo único que queda de él cuando Paul Auster el escritor de éxito y el narrador de la novela (conocidos ambos) acuden a este apartamento en busca del demente Quinn.

El mismo Paul Auster pero diferentes personajes interaccionando en una trama por completo irreal.

¿Es nuestra vida plurifacética? ¿Soy yo diferentes personajes que podrían tener vida propia en el mismo espacio-tiempo y que podrían interaccionar sin causar paradoja alguna?

Entonces, la identidad auténtica de cada uno es algo íntimo, inaprehensible por los demás. Somos insondables.

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