El año pasado leí el libro de Michael Smith sobre Tom Crean, un irlandés nacido en el inhóspito oeste de Irlanda que salió huyendo de la miseria de la granja familiar para enrolarse en la marina y que acabó siendo uno de los exploradores de Antártica más valorado por los grandes exploradores.
La lectura no resultó de las más fluidas que haya realizado. Tengo que confesar que comencé el libro y lo dejé más o menos cuando llevaba leída la tercera parte. Pasaron al menos mes y medio o dos meses y decidí recomenzar. La lectura, entonces, resultó más fluida.
En un primer momento el libro me pareció muy interesante. El protagonista no es Scott o Shackleton, los grandes nombres de la exploración Antártica, sino un simple e iletrado marinero que se había ido forjando en la dureza de la marina inglesa a lo largo de los años en que se cambiaba de siglo.
El autor resulta exhaustivo en los detalles sobre el modo en que se realizaron materialmente las famosas expediciones (la primera expedición Antártica de Crean fue en la tripulación de Scott): la precariedad de medios, la dureza de los marineros, la determinación de los oficiales.
Creo, sin embargo, que al libro le falla el tema en sí. El modesto Tom Crean resulta ser poca cosa para motivar un libro por sí mismo. Son contados sus manuscritos por lo que el autor tiene en ocasiones dificultades para mantener el hilo de la biografía sin que el libro se convierta en uno más sobre la exploración antártica.
Desde luego queda el recurso de reconstruir una época, de preguntarse sobre cuestiones sociales en el Imperio Británico en las décadas a caballo entre los siglos XIX y XX, pero es un recurso que el autor no utiliza. Incluso utilizar a Crean como figura representativa de una generación y de una clase social resulta excesivo.
Me quedó un sabor agridulce. Crean resultó ser un hombre de gran fortaleza física y mental para resistir lo irresistible en condiciones más allá de los límites humanos. Fué querido como miembro de tripulaciones por sus compañeros y sus jefes hasta que decidió retirarse y comprar un pub en su pueblo local (Annascaul, en el Condado de Kerry), donde acabó sus días. Smith recrea al hombre tranquilo que gustaba perderse por las colinas de bog en los alrededores de su pueblo natal para pasear y que disfrutaba más la compañía de los animales -en especial perros- que de los hombres.
El único momento en que parece despuntar un atisbo de rebeldía en Tom Crean fue cuando Scott no quiso incluirlo en determinada expedición tras haber sufrido lo indecible y estar convaleciente de un resfriado.
"When Scott entered the smoke-filled tent with news of his polar plans, Crean, a pipe-smoker all his life, was coughing. Scott saw an opportunity to avoid confronting the loyal Irishman with the uncomfortable truth and had unexpectedly found a suitable excuse to avoid facing him.
[...] But Crean, who was no fool, immediately saw Scott's true meaning and was not prepared to let the disingenuous 'excuse' pass meekly into history. He retorted:
'I understand a half sung song, sir'
Tom Crean fue un héroe condecorado pero no celebrado.
La calma interior y la austeridad de Tom Crean es algo que no valoramos en el mundo actual. Tampoco resultaba valorada por sus coetáneos. Queremos ser exitosos y lo queremos a toda costa. Queremos ser reconocidos. La modestia de Crean me inspira en un mundo en el que en ocasiones todo, personas y cosas, parece huero.
Posiblemente no es una buena comparación pero el recuerdo de Crean me lleva de nuevo al "Ché" Guevara: puro en su modo de pensar hasta la injusticia. El "Ché" sin embargo obtuvo grandes logros y dejó un extraordinario legado escrito.
Tom Crean como ejemplo de humildad.
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