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Por casualidad encuentro que uno de mis profesores de facultad que aparece de refilón en el libro de Javier Reverte La Aventura de Viajar tiene una web. Es un hombre singular y no podía dejar de serlo en incorporar algo novedoso a su actividad docente: una página en Internet (http://www.sola.archivodelafrontera.com/index.htm).

Emilio Sola
En ella publica varias cosas y pone a disposición de cualquiera una serie de documentos en formato Word sobre el temario de sus clases con bibliografía y comentarios.

La idea es muy buena. Hace unos días leía un informe sobre las webs corporativas en España en contraposición al resto de la Unión Europea. Habitualmente se plantea la web corporativa como un escaparate del negocio propio; en función del negocio en sí los responsables perciben como más o menos viable la posibilidad de realizar la operativa de compra-venta de sus productos a través del canal Internet. Las webs corporativas son, pues, mero escaparate para la inmensa mayoría.

Es muy posible que el beneficio fuese inmensamente mayor si se organizase mejor la información interna para ponerla a disposición de los clientes y de quien potencialmente pudiera convertirse en cliente. Es un discurso largo y lleno de tecnicismos y términos tan abstractos como impracticables en la mayor parte de los casos pero es un discurso que merece la pena realizar y depurar. Pienso que el mayor obstáculo es el de organizar la información que se genera de modo constante en una organización de modo que alguien pueda ser discriminada en función de lo crítica que ésta resulte para la organización en cada momento; el nivel de criticidad determina el valor de algo. Recuerdo una comparación que hiciera en clase otro que fue profesor mío, no en la Universidad; planteaba la pregunta de cuál sería la importancia de unos apuntes de clase que respondan a preguntas de un examen final la noche anterior al examen y la tarde del día del examen, una vez éste hubiese acabado.

Ciertamente el/la alumno/a pagaría dinero por los apuntes para disponer de ellos la noche anterior al examen, pero los tiraría a la basura una vez terminado éste.

Determinar qué apuntes son los adecuados y cuánto pagaría el/la alumno/a es el problema.

Mi ex profesor de Universidad almacena en su web archivos editables de apuntes de clase. Creo que la idea necesita más elaboración, pero es excelente. He buscado posibles webs personales de otros profesores míos de Universidad pero no he encontrado a nadie más presente en Internet de esta manera.

Un profesor tiene mucha información que brindar a sus alumnos. Es un nodo que puede crear comunidad en torno suyo. Es una fuente de información. ¿Por qué no trabajar más la idea? Seguramente porque la inmensa mayoría no encuentra retribución alguna en ello. Es mejor escribir libros editables y vendibles, supongo.

Por otro lado surge en mí la preocupación de hasta qué punto la Universidad española sigue anclada en el siglo XIX. Lo que se pone de manifiesto en este y otros muchos programas educativos de Universidades españolas es la repetición. Se repiten ad nauseam las mismas referencias bibliográficas, los mismos autores, los mismos temas organizados de la misma forma.

En una ciencia como es la Historia, ¿cómo es posible que no existan aportaciones críticas? Éstas tendrían en Internet un canal excelente para desarrollarse. Es algo que sí se ve en las Universidades anglosajonas. Es más que probable que me equivoque y que haya decenas de webs, entre ellas intranets universitarias españolas, que constituyen el foro para investigadores y alumnos universitarios y en las que se desarrollan proyectos serios de investigación histórica, sociológica, económica, entre otras. Yo las desconozco. También los franceses son buenos en ésto. Lo que hay detrás es la idea de la colaboración: compartición de información que permite a grupos y a individuos desarrollar nuevos trabajos de investigación.

No encuentro esto en la comunidad estudiante española. Tengo la impresión de que la inmensa mayoría de los alumnos, a todos los niveles, tan sólo aspiran a ir a un número determinado de clases para obtener las claves sobre cómo superar las asignaturas designadas más o menos unívocamente como necesarias para obtener una titulación oficial. Por su parte, el profesorado parece bien adaptado a la función de meros transmisores de un conocimiento vacuo en la medida en que forman parte de clientelismos más o menos claros dentro de la comunidad académica.

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