Llevaba tiempo viendo algunos libros de Delibes en la estantería y pensé que tras las dos últimas obras de Paul Auster merecía la pena regresar a ese lenguaje rico y de suaves transiciones, exacto en las descripciones de escenas y personajes pero fundamental en la selección de cada palabra que utiliza Delibes en sus obras. Me había llamado la atención Madera de héroe así que nada más terminar The book of Illusions abrí aquél y comencé a leer con fruición.
[...] y durante los prolongados inviernos (muy duros en la ciudad) la niebla se enredaba entre los esqueletos de los árboles y la mujer y los niños, como sombras fantasmales, semejaban los últimos habitantes de un mundo inanimado. A la difusa luz crepuscular, grises ratas gigantes cruzaban los paseos, y entre el follaje, junto al estanque helado, se oían los alaridos terminantes de los pavos reales.Al niño protagonista de la novela la realidad de un mundo exterior que desconoce se le aparece en sordina y desentonada. No puede comprender cabalmente un mundo del que se encuentra aislado en una torre de marfil por su familia burguesa de provincias. Una familia en la que lo habitual es encontrar actitudes como la de su hermana:
[...] su rechazo social era absoluto: despreciaba a la clase alta por su convencionalismo, a la media por su hipocresía y a la baja, como siempre, por su vulgaridad. De ahí que Crucita, sin una conciencia clara, anhelase un cambio, algo que diera vuelta a las cosas, sin un proyecto concreto sobre el orden en que las cosas deberían quedar. Lo que deseaba, en definitiva, era que la ciudad la olvidara y poder volver a vivir como si nada hubiera ocurrido.Al protagonista, como a buena parte de la sociedad de la España de pre-guerra civil...
"Le turban los actos contradictorios que observa a su alrededor y que le impiden discernir el bien del mal."Al niño Gervasio lo vemos avanzar hacia la adolescencia alimentando un ideal ajeno a sí mismo pero que hace suyo, con el egocentrismo único de un niño, por honrar a sus mayores, que es lo que cualquier niño imagina debe de ser el objetivo de su vida entera:
Gervasio había menospreciado la muerte arcana, incógnita y silenciosa, por inútil. El heroísmo encubierto, al perder su carácter aleccionador, no servía para nada, dejaba de ser heroísmo. Captada, en cambio, la acción por una cámara oculta que pudiera demostrar que el muerto no había muerto como una rata, ensuciándose los calzones, sino disparando contra el enemigo hasta el último cartucho, cobraba otro significado. Pero así, sin testigos, sin documentación pertinente, no quedaba más que la duda, de no ser que el muerto en guerra fuese un héroe por la simple razón de haber muerto. ¿No requería el héroe, como el santo, un postulador que demostrase su singularidad en contra de los argumentos del abogado del diablo?En su vida, sin embargo, aparece el contrapunto de un padre culto y de mente abierta al que acaba despreciando a base de no comprenderlo:
"La guerra es la gran emboscada, hijo mío. El que más y mejor tienda las emboscadas, ése será el vencedor. La guerra es el final del juego limpio, del fair play, como dicen los ingleses. Pero lo procedente es reconocerlo así y no censurar al enemigo ardides que nosotros estamos dispuestos a emplear mañana."El niño se adentra en el mundo de los adultos empujado por un sueño, un ideal, que simplifica al mundo de modo maniqueo:
-¿Por qué dices rojos, 377A? Siempre dices rojos; esa palabra no se te cae de la boca.La absurda simpleza de su visión del mundo quedará patente y le ayudará a madurar mediante la formulación de la pregunta adecuada:
-Pero son rojos, ¿no, cabo?
-Según lo que entiendas tú por rojos.
-Pues éso, rojos; comunistas, marxistas... ¿Es que no estamos en guerra contra ellos?
¿No podría ser el hombre que muere generosamente el que ennoblece la causa a la que sirve?Esta visión simplona del mundo, carente de base, es lo que mueve a las masas. Es lo que anima al grueso de las naciones. ¿Cómo podríamos lograr que las personas reflexionasen un mínimo? ¿Es, de verdad, imposible finalmente que los pueblos se cultiven lo mínimo para dirigirse según principios de Humanidad?
La novela, para mí, no es simplemente la descripción del proceso por el que un niño de clase media-alta de provincias comienza a entender el mundo sino que, más allá, se trata de un retrato de la inconsciencia de los pueblos y su incapacidad para aprender de los errores pasados. Hoy creemos que hemos superado los Holocaustos porque vivimos en la era de la "información" pero cada vez que abrimos un periódico nos tenemos que rendir ante la evidencia de que no hemos aprendido nada.
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